Sara Alfaro Cornejo
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El Mercurio

Marcado desde sus inicios por una fuerte presencia masculina, el ajedrez atrae cada vez a más chilenas. Algunas de las mejores representantes locales cuentan cómo ha sido insertarse en esta disciplina.
 


 

Damaris Abarca (28 años) es una apasionada del ajedrez desde chica. Sus padres y hermanos jugaban, y a los ocho años ella también aprendió a mover las piezas y a idear estrategias en el tablero. Hoy declara que su profesión es ajedrecista: además de ser seleccionada nacional, tiene los títulos de maestra, árbitro e instructor, todos certificados por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE).

Desde sus orígenes esta práctica ha estado relegada al mundo masculino. En Chile, por cada 10 jugadores hombres hay una mujer.

Abarca es una de la casi veintena de chilenas que practican ajedrez de manera constante y a nivel competitivo, y ha ganado en tres ocasiones el campeonato nacional femenino.

"Me encanta mover las piezas, crear planes y buscar la manera de capturar al rey enemigo. Muchos oponentes me respetan, y hasta los mejores de Chile saben que no pueden confiarse conmigo en una partida", cuenta la ajedrecista.

Como Abarca, hay cada vez más mujeres que comparten el gusto por el tablero. Según la Federación de Ajedrez de Chile (Ajefech), la comunidad femenina que participa en torneos federados se dobló en los últimos cinco años (de 259 jugadoras pasó a 543), y hoy sigue creciendo.

Obstáculos y avances

Aunque ha ganado prestigio en el medio, Abarca dice que el entorno sigue siendo incómodo para ellas. Comentarios como "juegas como niñita" o "cuidado, que a las mujeres ya no se les puede ganar", son frecuentes en los torneos, dice.

Además, las condiciones no son las mismas para todos, ya que los premios en dinero de la categoría femenina son menores que los de la absoluta, que es mixta.

"En este momento se está calmando un poco el ambiente, pero aún hay comentarios de ese estilo", dice Monserrat Morales (23 años), vicecampeona nacional en 2017 y quien representará este año a Chile en las Olimpiadas de Ajedrez en Georgia. "Creen que a las mujeres no nos interesa el ajedrez, que nos preocupamos de otras cosas. Pero nadie se pregunta por qué hay tan pocas".

Aunque no existen barreras de entrada, Morales cuenta que muchas jóvenes se sienten incómodas al jugar: los hombres se burlan de los que pierden contra ellas y también comentan sobre su aspecto físico o vestimenta, lo que lleva a muchas a retirarse. Para ella, de hecho, el apoyo familiar ha sido clave para mantenerse activa.

Por este tipo de situaciones, Morales, Abarca y cerca de 30 compañeras más decidieron crear la Asociación de Mujeres Ajedrecistas Chilenas (Ajefem) en febrero de este año, la primera organización femenina en el medio. A diferencia de años anteriores, hoy la Ajefech les ha dado voz en las reuniones y ha trabajado en pos de su inclusión.

"La mujer se ha ido ganando poco a poco un espacio en el ajedrez, y su participación es un tema que está en la agenda", dice Jorge Egger, jugador y secretario de la Ajefech. "Se ha hecho un esfuerzo por mejorar las condiciones de eventos femeninos, tanto a nivel de organización como en premios, que aún distan de ser equitativos", reconoce.

Abarca responde que, efectivamente, se ha avanzado en pos de la igualdad. "El ajedrez es hermoso, es nuestro deporte, nuestra pasión. Hoy estamos aportando a un cambio de visión y a abrir una discusión que antes no existía, a reivindicar el rol de la mujer en la práctica".